Luego de la injusta sentencia en
favor de la empresa minera Yanacocha, numerosas personas, miembros de la resistencia celendina, acompañaron a
Máxima Acuña y a sus familiares en una movilización de apoyo a su lucha en defensa
de sus legítimos derechos, del terreno del que la transnacional Newmont - Buenaventura - Yanacocha quiere despojarles, y del cual gracias a la inicua decisión judicial puede ser desalojada para afectado por el
megaproyecto minero Conga.
30 de agosto de 2014
11 de agosto de 2014
PRENSA INTERNACIONAL: Le Monde, de Francia, y los Chaupe
La
résistance d'une famille péruvienne au projet Conga
LE MONDE | 11.08.2014 à 11h05 • Mis à jour le
11.08.2014 à 11h06 | Par Chrystelle Barbier (Lima, correspondance)
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Un des cinq lacs menaces par le mega projet minier. |
Maxima Acuña de Chaupe le répète : elle ne quittera
pas le terrain qu'elle occupe avec les siens près de la Lagune bleue, à 4 000
mètres d'altitude, dans la région andine de Cajamarca, au nord du Pérou. «
Je vis ici depuis des années et je mourrai ici s'il le faut, mais je ne
partirai pas », affirme cette femme de 44 ans aux longs cheveux noirs,
devenue le symbole de la lutte contre Conga, un immense projet de mine d'or et
de cuivre à ciel ouvert.
Le 5 août, elle et sa famille ont pourtant été sommées
par la justice péruvienne d'abandonner les lieux sous peine d'aller en prison.
Un juge local a estimé que le terrain de 26 hectares appartenait bien à la
compagnie Yanacocha depuis 2001 et faisait donc partie de Conga. Un point que
nie catégoriquement la paysanne, qui assure avoir acheté l'endroit en 1994. «
J'ai un titre de propriété qui le prouve », s'indigne-t-elle. Dans un
communiqué, la compagnie minière se réjouit du jugement qui démontre, selon
elle, « que la famille avait envahi le terrain de manière violente en 2011 ».
Mais Maxima de Chaupe n'en convient pas, racontant que des agents de la mine
ont tenté de l'expulser à plusieurs reprises. « Ils ont brûlé notre maison,
nous ont frappés, ont volé nos biens », s'indigne l'agricultrice.
DEPUIS 2011, CONGA DIVISE LA POPULATION
PÉRUVIENNE
« Le terrain des Chaupe est situé au cœur du projet
minier Conga. C'est pour cela que Yanacocha fait son possible pour les déloger
», estime
l'avocate de la famille, Mirtha Vasquez, qui travaille pour Grufides, ONG
opposée au chantier.
Depuis 2011, Conga divise la population péruvienne.
Alors que certains insistent sur l'importance pour le pays de ce projet qui
représente un investissement évalué à 4,8 milliards de dollars (3,6 milliards
d'euros) sur dix-neuf ans, d'autres estiment que cette nouvelle mine va mettre
en danger les ressources hydriques de la région indispensables aux
agriculteurs, déjà affectés par de nombreuses opérations minières. Conga
prévoit la disparition de cinq lacs, dont la Lagune bleue, destinée à devenir,
si le projet prospère, un espace réservé aux déchets et aux eaux sales.
Le projet Conga a officiellement été « suspendu »
par le gouvernement en août 2012, après la mort de cinq manifestants opposés au
chantier. Craignant une reprise des travaux, les ONG ne baissent pas la garde
et surveillent en permanence les lacs. Depuis mardi, elles multiplient aussi
les messages de soutien aux Chaupe.
« NI AUJOURD'HUI NI JAMAIS »
Mirtha Vasquez insiste sur l'importance de l'affaire. «
C'est la première famille qui ose mener la bataille, même sur le plan
judiciaire », argue l'avocate. Pour elle, « la réaction de Maxima et des
siens représente enfin la réaction des paysans pauvres qui veulent se défendre
».
Parents de quatre enfants, les Chaupe vivent de
l'artisanat, de l'agriculture et de l'élevage, comme la majorité des habitants
de la région. « Parce que nous sommes pauvres et paysans, ils pensent qu'ils
peuvent envahir de force notre terrain », s'insurge Maxima, avant de
répéter d'un ton ferme qu'elle ne vendra pas. « Ni aujourd'hui ni jamais. »
Craignant d'être délogée à tout moment, la famille
Chaupe – qui a reçu le soutien de la Coordination nationale des droits de
l'homme, un réseau regroupant 80 ONG – a fait appel du jugement qui la condamne
pour usurpation aggravée à deux ans et huit mois de prison avec sursis, à
quitter son terrain et à verser 1 450 euros de réparations civiles à la
compagnie Yanacocha.
Chrystelle Barbier (Lima,
correspondance)
Journaliste au Monde
6 de agosto de 2014
JUSTICIA: Orden judicial inicua contra una familia
Sentencia de juzgado de Celendín permitirá a Yanacocha desalojar a los Chaupe
Por Rocío Silva Santisteban*
Máxima no puede leer esta columna pero ha cambiado, con su ejemplo de dignidad, el sentido de la vida de muchas mujeres que leemos y tenemos formación universitaria. Tampoco es una “excepción en las estadísticas” porque el analfabetismo es una situación usual para muchas mujeres rurales de nuestro país: algo que debería de indignarnos. Máxima mide 1.50 cm, es delgada, tiene los huesos fuertes y la voluntad inquebrantable. Nunca fue a la escuela pero conoce perfectamente los usos medicinales de muchas plantas y con una voz muy queda canta la historia de su terreno y su propia historia. A las 5 de la mañana ordeña las vacas, arrea al ganado, prepara te de berenjena. Máxima Acuña de Chaupe, con cuatro hijos todos mayores de edad y sin llegar a cumplir ella aún los 48 años, ha podido cincelar con su oralidad y su inteligencia una de las resistencias pacíficas más fuertes de toda nuestra historia.
Máxima no puede leer esta columna pero ha cambiado, con su ejemplo de dignidad, el sentido de la vida de muchas mujeres que leemos y tenemos formación universitaria. Tampoco es una “excepción en las estadísticas” porque el analfabetismo es una situación usual para muchas mujeres rurales de nuestro país: algo que debería de indignarnos. Máxima mide 1.50 cm, es delgada, tiene los huesos fuertes y la voluntad inquebrantable. Nunca fue a la escuela pero conoce perfectamente los usos medicinales de muchas plantas y con una voz muy queda canta la historia de su terreno y su propia historia. A las 5 de la mañana ordeña las vacas, arrea al ganado, prepara te de berenjena. Máxima Acuña de Chaupe, con cuatro hijos todos mayores de edad y sin llegar a cumplir ella aún los 48 años, ha podido cincelar con su oralidad y su inteligencia una de las resistencias pacíficas más fuertes de toda nuestra historia.
Máxima Chaupe, golpeada, perseguida. Un símbolo de resistencia. |
La Dama de la Laguna Azul ha sido avasallada por la empresa de oro más grande de Sudamérica. Y no se ha amilanado: sigue persistente luchando por su terreno en pleno corazón del proyecto Minas Conga. “Dicen que aquí en mi terreno hay oro, y por esa ambición del oro es que me quieren quitar mi terreno a la mala, a la fuerza. Aun hasta matándome…”, ha dicho Máxima Acuña en uno de los numerosos documentales que se han grabado sobre su caso.
Desde el 2011 los ataques y acosos de la minera no han parado. Los últimos hostigamientos –incluso luego de que la CIDH les otorgara medidas cautelares– se han producido el 21, 22 y 24 de julio, en esta última ocasión un grupo de policías y funcionarios, así como de ronderos, amenazaron a Jaime Chaupe. “Hasta estos momentos, siguen atacándonos. Ellos ven que no se encuentra nadie a esa hora y entran a perturbarnos todos los días. No nos dejan tranquilos. ¡Cómo vamos a vivir!”, dice Gilda Chaupe.El 9 de agosto del 2011 la empresa Yanacocha intentó desalojar a la Familia Chaupe a la fuerza: aproximadamente 200 efectivos de la DINOES ingresaron al terreno, echaron los enseres, los pellejos que fungen de camas y las frazadas para calentarse de la casa de tapial que tenían, y luego quemaron la misma casa. Ellos, los Chaupe, resistieron y los DINOES no se retiraron sino hasta que un culatazo de fusil en la nuca de Gilda Chaupe la desmayó. Gilda permaneció tres horas tendida sobre la grama. Todos pensaron que había fallecido y la policía se retiró de la zona. Felizmente solo estaba desmayada. Jaime cortó ichu de los alrededores y los días siguientes durmieron a la intemperie bajo los matorrales de ichu para abrigarse porque a 4,200 msnm el frío en las noches perfora los huesos. Pero no abandonaron el terreno.
Hoy el fiscal Ruperto Alcántara, de la Fiscalía General de Celendín, presentará su acusación de manera oral, pero tenemos entendido que ha pedido el desalojo inmediato del predio, una altísima reparación civil a favor de Yanacocha y tres años de prisión efectiva para Máxima Acuña de Chaupe, Jaime Chaupe, Ysidora Chaupe y su esposo, Elías Chávez, como ¡“invasores” del terreno de su propiedad! La empresa no ha podido probar la posesión del terreno previo a la posesión de los Chaupe, por tanto, es imposible que exista una invasión. ¿Será la justicia esta vez justa?
Esta kolumna ha sido publicada en La República hoy martes 5 de agosto de 2014.
Actualización a las 9:15 pm:
Hoy a las 10:30 am el juez del Juzgado Unipersonal de Celendín dictó sentencia contra Máxima Acuña de Chaupe, Jaime Chaupe, Ysidora, la hija de ambos y el esposo de esta, Elías Chávez. Los condenó a 2 años y medio de prisión (suspendida), al pago de una reparación civil de 5,500 soles y al desalojo de la zona donde actualmente viven en Tragadero Grande, Sorochuco, zona de influencia del PM Conga. Mirtha Vásquez, abogada de la familia, apeló inmediatamente esta sentencia que confirma una vez más la actuación genuflexa de una justicia presionada por los grandes poderes financieros y económicos.
Lo más extraño de todo, como nos comentó la Dra Mirtha Vásquez, es que no se ha podido recoger la sentencia hasta el momento, pues el secretario de juzgado ha dicho que "aún no terminan de copiar las 21 páginas". ¿De copiar de dónde? Extraño, sobre todo, porque al parecer la sentencia está argumentada con jurisprudencia nacional, internacional y teoría del derecho de tal forma que se aleja muchísimo, por su estructura muy bien articulada, de los vastos documentos anteriores del mismo juez.
Lo preocupante es que el propio juez mencionó tres veces a los abogados de PM Conga que la posibilidad de desalojar a la Familia Chaupe estaba expedita. Así que la situación de agosto del 2011 puede volver a repetirse en cualquier momento. La ley, una vez más, de mano de los poderosos a pesar de que hay documentos que prueban no solo la posesión de los Chaupe sino su propiedad.
La versión de la empresa minera la pueden leer acá
http://www.yanacocha.com.pe/wp-content/uploads/2014/04/Familia-Chaupe_Marzo.pdf
*https://kolumnaokupa.lamula.pe/2014/08/05/maxima/rociosilva/
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Desde el 2011 los ataques y acosos de la minera no han parado. Los últimos hostigamientos –incluso luego de que la CIDH les otorgara medidas cautelares– se han producido el 21, 22 y 24 de julio, en esta última ocasión un grupo de policías y funcionarios, así como de ronderos, amenazaron a Jaime Chaupe. “Hasta estos momentos, siguen atacándonos. Ellos ven que no se encuentra nadie a esa hora y entran a perturbarnos todos los días. No nos dejan tranquilos. ¡Cómo vamos a vivir!”, dice Gilda Chaupe.El 9 de agosto del 2011 la empresa Yanacocha intentó desalojar a la Familia Chaupe a la fuerza: aproximadamente 200 efectivos de la DINOES ingresaron al terreno, echaron los enseres, los pellejos que fungen de camas y las frazadas para calentarse de la casa de tapial que tenían, y luego quemaron la misma casa. Ellos, los Chaupe, resistieron y los DINOES no se retiraron sino hasta que un culatazo de fusil en la nuca de Gilda Chaupe la desmayó. Gilda permaneció tres horas tendida sobre la grama. Todos pensaron que había fallecido y la policía se retiró de la zona. Felizmente solo estaba desmayada. Jaime cortó ichu de los alrededores y los días siguientes durmieron a la intemperie bajo los matorrales de ichu para abrigarse porque a 4,200 msnm el frío en las noches perfora los huesos. Pero no abandonaron el terreno.
Hoy el fiscal Ruperto Alcántara, de la Fiscalía General de Celendín, presentará su acusación de manera oral, pero tenemos entendido que ha pedido el desalojo inmediato del predio, una altísima reparación civil a favor de Yanacocha y tres años de prisión efectiva para Máxima Acuña de Chaupe, Jaime Chaupe, Ysidora Chaupe y su esposo, Elías Chávez, como ¡“invasores” del terreno de su propiedad! La empresa no ha podido probar la posesión del terreno previo a la posesión de los Chaupe, por tanto, es imposible que exista una invasión. ¿Será la justicia esta vez justa?
Esta kolumna ha sido publicada en La República hoy martes 5 de agosto de 2014.
Actualización a las 9:15 pm:
Hoy a las 10:30 am el juez del Juzgado Unipersonal de Celendín dictó sentencia contra Máxima Acuña de Chaupe, Jaime Chaupe, Ysidora, la hija de ambos y el esposo de esta, Elías Chávez. Los condenó a 2 años y medio de prisión (suspendida), al pago de una reparación civil de 5,500 soles y al desalojo de la zona donde actualmente viven en Tragadero Grande, Sorochuco, zona de influencia del PM Conga. Mirtha Vásquez, abogada de la familia, apeló inmediatamente esta sentencia que confirma una vez más la actuación genuflexa de una justicia presionada por los grandes poderes financieros y económicos.
Lo más extraño de todo, como nos comentó la Dra Mirtha Vásquez, es que no se ha podido recoger la sentencia hasta el momento, pues el secretario de juzgado ha dicho que "aún no terminan de copiar las 21 páginas". ¿De copiar de dónde? Extraño, sobre todo, porque al parecer la sentencia está argumentada con jurisprudencia nacional, internacional y teoría del derecho de tal forma que se aleja muchísimo, por su estructura muy bien articulada, de los vastos documentos anteriores del mismo juez.
Lo preocupante es que el propio juez mencionó tres veces a los abogados de PM Conga que la posibilidad de desalojar a la Familia Chaupe estaba expedita. Así que la situación de agosto del 2011 puede volver a repetirse en cualquier momento. La ley, una vez más, de mano de los poderosos a pesar de que hay documentos que prueban no solo la posesión de los Chaupe sino su propiedad.
La versión de la empresa minera la pueden leer acá
http://www.yanacocha.com.pe/wp-content/uploads/2014/04/Familia-Chaupe_Marzo.pdf
*https://kolumnaokupa.lamula.pe/2014/08/05/maxima/rociosilva/
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RESISTENCIA: Celendín contra inicua orden judicial
Por José Saldaña
Máxima
Chaupe ha sido condenada hace minutos a dos años y ocho meses de prisión
suspendida y a pagar una reparación civil de 5500 soles. Su delito, según
dicen fiscales y jueces de Cajamarca, ha sido la usurpación de tierras.
Sabemos con
certeza que ese delito no ha sido cometido. Máxima es propietaria desde 1994 de
la tierra que ahora minera Yanacocha reclama como suya a pesar de carecer de
cualquier tipo de título legal.
Sabemos,
además, que la familia Chaupe ha sufrido en los últimos años agresiones
físicas, amenazas de muerte, matanza de su ganado, incendio de su propiedad; y
que, más allá de todo eso, se resiste a ceder ante la injusticia.
Así también
deberían saber los dueños de la minera Yanacocha que para extraer el oro de
Conga esto no va a ser suficiente. Van a tener que superar la inquebrantable
resistencia un pueblo entero y la solidaridad de todas y todos quienes seguimos
el caso y estamos dispuestos a continuar en esa lucha cueste lo que cueste.
Hoy el
sistema de justicia oficial nos ha vuelto a recordar que está subordinado al
poder económico. Nosotros le haremos recordar entonces que el poder de un
pueblo consciente es igual de grande y quizás más. Estamos hoy más que nunca
del lado de nuestra admirada Máxima.
SUCEDIÓ LO QUE
TODOS TEMIAMOS...
El poder
pagano acaba de dar la orden de desalojo a la familia Chaupe de sus tierras en
las lagunas, a favor de un poder económico que todo lo compra, todo lo corrompe y
todo lo prostituye: YANACOCHA.
UNA
REMEMBRANZA
En la
primera semana de marzo se realizó en Cajamarca una asamblea en las lagunas de
la zona de Conga, que tuvo como conclusión de las organizaciones participantes
dar un plazo de quince días a la minera Yanacocha para que retire su maquinaria
del lugar. Allí, en las alturas, encontramos a una pequeña mujer, emblema de la
resistencia cajamarquina y nacional en torno al derecho sobre la tierra.
Por Ybrahim
Luna
Los cerros
le roban el ánimo a los cristianos cuando no avanzan rápido; eso asegura, entre
bromas y en serio, uno de los recios comuneros que avanza sin pausa entre
montes y peñascos por el camino que conduce al mismo corazón de Conga, la
laguna Azul. Otro comunero, bolo de coca y cañazo encima, le responde que esas
son cojudeces, que hay que avanzar nomás. Los últimos de la caravana vemos como
se pierden sus espaldas tras unas enormes y verdes colinas. Ya no están. Nos
hemos quedado solos.
Santiago, un
carismático antropólogo neoyorquino, avanza a paso acelerado para dar alcance a
la primera comitiva encabezada por el líder ambientalista Marco Arana y los
dirigentes Milton Sánchez y Eddy Benavides, además de cientos de comuneros que
tienen como objetivo la laguna El Perol para realizar una Asamblea de
coordinación de resistencia. Santiago, de poblada barba castaña, realiza un
doctorado en conflictos sociales y ha elegido a Cajamarca como uno de sus
centros de estudio. Es un tipo divertido, hasta que le toca hablar de los
derechos del campesino peruano sobre el agua y la tierra, entonces su gesto se
torna serio.
Kilómetros
adelante, documentalistas canadienses y europeos utilizan mulas para
transportas sus carpas y equipos. Tienen tanta resistencia al frío y a la
altura que podrían competir con los mismos comuneros de la zona.
Nos hemos
quedado atrás. Alguien previó –erradamente- dos horas de caminata desde la
comunidad de Jadibamba, donde quedaron estacionados los vehículos, hasta las
famosas lagunas en conflicto en el proyecto minero Conga. Para algunos la
marcha duró cinco o seis horas, siendo sorprendidos al final del camino por la
noche y la niebla cubriendo hasta el último rincón del horizonte.
Horas antes,
aún con la luz de la tarde, llegó un momento en que los rezagados nos rendimos
y decidimos aguardar el frío y la noche a la intemperie de la jalca, pero un
guía, forjado en las artes misteriosas de Huancabamba, brindaba con el cerro
para que nos “soltara” y nos dejara seguir. Era necesario brindar con el Apu
con harto pisco, bolo de coca e inclusos caramelos de limón. Lo más probable es
que la sugestión nos haya ayudado a recuperar las fuerzas y a seguir a paso
firme por páramos desolados, ichus húmedos, y bofedales que mojaban hasta las
rodillas.
La visión de
dos siluetas en el horizonte fue lo más parecido a la alegría de descubrir un
continente nuevo. Eran dos comuneros filmando el valle. “Estos trabajan para la
mina”, comenta el guía. Los hombres son jóvenes y se ponen algo nerviosos.
Estamos esperando a nuestro alcalde, se defienden. No queremos empezar una
discusión, les pedimos una indicación y nos la dan. Nos señalan un extraño
oasis en medio de tanta soledad, una carretera resguardada por dos ómnibus de
la Dinoes.
Avanzamos
por más peñas magistrales y riachuelos, y por fin flanqueamos el camino. Luego
rodeamos una tranquera y subimos hasta un bosque de piedras, el mismo que
sirvió de fortín para que los emblemáticos Guardianes de las lagunas acampasen
en forma rústica, entre palos y plásticos, y vigilasen que no se acerquen la
maquinaria de la mina y los efectivos policiales contratados por
Yanacocha.
Una casa
solitaria se erige en esas alturas de la comunidad denominada Tragadero Grande,
le pertenece a la familia Chaupe. Es la última casa del lugar.
El sol, que
es un brillo fantasmal, está a punto de ocultarse tras la enorme cordillera que
enmarca la laguna Azul. Su brillo rebota apenas sobre el agua, y la niebla que
nos rodea es un humillo rastrero. En ese pequeño bosque de piedras encontramos
a Máxima Acuña Atalaya, la mujer emblema de la resistencia cajamarquina.
Máxima Acuña
es costurera, tiene 42 años y es natural del caserío de Marcucho, distrito de
Sorochuco – Celendín, tiene el gesto curtido pero la sonrisa amable, en casa la
acompañan sus cuatro hijos y su esposo, el comunero agricultor Jaime Chaupe
Lozano; pero ella es conocida en varias partes del mundo como la Señora Chaupe,
a secas.
La lluvia
vuelve a caer por veintiunava vez ese día, y la Señora Chaupe nos invita a
guarecernos bajo un plástico azul. El frío es increíblemente intenso, y bajo
ese plástico nos permite hacerle algunas preguntas.
¿Cuál fue el
resultado del proceso judicial que tiene por estas tierras con la minera
Yanacocha?
La fiscalía
y los jueces de Celendín en vez de seguir mi caso dicen que han perdido los
documentos que presenté en la misma mesa de partes, y al final le han dado la
razón a los ingenieros de Conga de que yo estoy usurpando sus terrenos cuando
eso no es verdad. Y me han dado una sentencia de pena suspendida donde yo debo
firmar cada cierto tiempo, además de pagar 200 soles como reparación civil a la
minera. Existe justicia para el pobre, dígame usted.
¿A quién le
pertenece exactamente el terreno que estamos pisando?
Esta tierra
que estamos pisando, donde están nuestros hermanos ronderos, los Guardianes de
las lagunas, es de mi propiedad; y colinda con los terrenos comprados por la
mina. Yo exijo que Yanacocha respete la linderación, los terrenos de nuestros
hermanos campesinos, y que no invada nuestras propiedades. Yo tengo mi
certificado de posesión de compra y venta de esta zona. Pero la empresa,
servida de la prensa vendida, sale a decir que todito esto es de ellos por
derecho, cuando en realidad está usurpando nuestra dignidad.
¿Cómo
adquirieron ustedes estos terrenos?
Todos estos
terrenos han sido antes una comunidad, y las autoridades de esta comunidad
hicieron llamar a los comuneros de Chugurmayo, Cruzpampa y Salacate para hacer
una división y entregar a cada uno su parcela con su respectivo documento y su
certificado de posesión. Con el tiempo muchos comuneros han hecho sus traspasos
o han vendido sus terrenos porque ya no querían vivir en estas alturas. Mi
terreno me costó mi plata y lo compré en el año 1994. No es que yo haya venido
a invadir como la mina lo dice en los medios de comunicación echados. Yanacocha
ha dicho primero que le compró las tierras a la comunidad, luego dizque a los
colindantes, pero en los documentos presentados ante la policía del distrito de
Sorochuco dice que compró los terrenos a mi suegro Esteban Chaupe Rodríguez, y
eso deja mi terreno libre. Nunca he vendido a nadie mi terreno.
¿Cuántas
veces la han intentado desalojar?
Desde el 22
de mayo del 2011 que han intentado pegarme, quitarme mis cosas, quemarme mi
choza, botaron mis linderos, han desmayado a mis hijos. Mi hija de dieciocho
años tuvo que arrodillarse frente a una maquinaria diciéndoles que la pasaran
por encima si querían seguir, ahí la golpearon en la cabeza. Luego, en agosto,
que se llevaron mis maderas, mis cosas, mi comida, todo lo han llevado a sus
oficinas en la mina. Recién a los quince días han llevado las cosas a la
fiscalía de Celendín. Y cuando fui a ver al fiscal dijo que no sabía nada y que
no tenía nada. Después con sus maquinarias y su Dinoes han matado incluso mi
perro pastor y se han robado a dos de mis ovejas en medio de risas y
carcajadas. Yo soy una mujer pobre que vive de hilar y tejer, y de vender lo
que confecciono. Mi esposo se dedica a la chacra para comer lo que sembramos, y
ahorita la mina quiere que les paguemos reparación civil.
¿Hasta
cuándo cree que pueda resistir el inevitable desalojo?
Voy a apelar
a las instancias de la ciudad de Cajamarca, si no me dan la razón, iré a
instancias más altas. ¿Hasta cuándo resistiré?, hasta que me mate la Dinoes,
pues será. Pero eso sí, siempre luchando. Y Conga no va.
La lluvia
arrecia y ya no es posible seguir en ese lugar. La señora Chaupe invita a los
comuneros a pernoctar en su casa. Bajamos la colina y la oscuridad no deja ver
ni siquiera nuestras propias manos. Aves chillonas cruzan nuestras cabezas
mientras los perros ladran a la distancia. El miedo puede ser una alerta
necesaria. El suelo lodoso requiere pisadas precisas y fuertes, y la luz de un
fogón nos indica el camino hacia la casa. Somos varios, pero siempre hay forma
de acomodarse. Nuestro aliento es puro humo. Estamos a bajo cero.
Los
comuneros que llegaron hasta la misma laguna El Perol y que están de regreso
comentan que una fila de maquinarias de la minera salió en huida al verlos
llegar. Están removiendo tierra a quinientos metros de la laguna, aseguran.
Hemos constatado que Conga nunca paralizó, concluyen. También comentan que los
dirigentes pusieron una denuncia ante la fiscalía de prevención del delito por
las tranqueras que coloca Yanacocha en las carreteras que son de libre
tránsito.
Los
comuneros son hombres recios, de caras tostadas por el sol y el frío. Ya en
confianza, empiezan los chistes y la chacota, la casa invita la coca para el
bolo y ellos ponen el cañazo. Se reparten caramelos, mientras los Chaupe
preparan una sopa caliente revive muertos mezcla de arroz, fideos y arvejas.
También comparten unas aguas calientes hechas con hoja de berenjena.
Hay luces
que se acercan, algunos temen que sea la Dinoes provocando como siempre. Pero,
no. Son Marco Arana, su agente de seguridad, y el dirigente de la PIC
(Plataforma Interinstitucional Celendina) Milton Sánchez. Están empapados como
todos. El fogón se convierte en un secador improvisado de medias, zapatos y
pantalones. Algunas medias se calientan más de lo debido y se cocinan con las
cenizas.
Solo las
velas alumbran la noche, no hay luz eléctrica, y los celulares deben cargarse
al bajar al pueblo una o dos veces por semana.
Los
comuneros cuentan historias de fantasmas y comparan habilidades para los
chistes. La coca y el cañazo los mantienen despiertos hasta bien entrada la
madrugada. Pero es a las tres de la mañana cuando el frío se vuelve
insoportable a pesar de los ponchos y frazadas. El hombre de la casa, don Jaime
Chaupe, cuenta que alguna vez los funcionarios de la mina y los fiscales le
pidieron hacer un trato para vender sus tierras a un precio considerable, pero
no aceptó.
Son las
cuatro y media de la mañana, y lo primero que hace Máxima Acuña Atalaya,
alumbrada apenas por una linterna, es pelar papas y dejar todo listo para que
su nuera preparare el almuerzo durante el día. En medio de la oscuridad, una
presencia. Es Santiago, el antropólogo neoyorquino, llega mojado diciendo que
ha vivido un infierno congelado al perderse en el camino. Le brindan un lugar
para dormir.
Es viernes,
5:30 a.m., día de mercado. La Señora Chaupe lleva un pesado quipe y, junto a su
esposo, toma la combi que la llevará a la comunidad de Santa Rosa para vender
sus productos. Se despide de los comuneros y dirigentes.
La claridad
de las mañanas a 4 000 metros de alturas impacta en las retinas no
preparadas.
La Dinoes,
desde sus buses, vigila a los Guardianes de las lagunas, camionetas de la
minera filman todo a cierta distancia, y agentes del Ministerio público -con
chalecos antibalas- hacen presencia constante. Será una semana movida y fría
para todos.
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